PANDEMIA VS. DEPORTE: LA DIPLOMACIA CULTURAL SERÁ CLAVE PARA EL DESARROLLO DE LAS DISCIPLINAS A TRAV
- CONADIP artículos de opinión
- 30 jun 2020
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PANDEMIA VS. DEPORTE
LA DIPLOMACIA CULTURAL SERÁ CLAVE PARA EL DESARROLLO DE LAS DISCIPLINAS A TRAVÉS DE LA COOPERACIÓN
Sin duda alguna las primeras secuelas del coronavirus (COVID-19) a nivel global son incalculables, por ende, su impacto en el mundo deportivo es muy difícil de evaluar en este momento, pero las afectaciones se palpan y se sienten a simple vista, como la postergación por primera vez en la historia de la era moderna de los Juegos Olímpicos, los de Tokio 2020. Ahora se corrieron para el 2021, pero sobre ellos pende una posible cancelación de no llegarse a controlar la pandemia.
En medio de este difícil panorama, la diplomacia cultural será un mecanismo clave a implementar para el desarrollo del deporte en general, explotando al máximo la cooperación internacional entre gobiernos, organismos y entes deportivos, lo que permitirá que muchas actividades deportivas se mantengan y puedan sobrevivir a las dificultades.
Definitivamente no será una tarea sencilla, pero las actuales circunstancias están empujando hacia aquella dirección y a nivel interno, el deporte panameño tendrá una oportunidad de oro para reinventarse y utilizar al máximo la creatividad, para convertirse en una actividad resiliente en beneficio de las actuales y futuras generaciones.
Francisco Márquez, de Diplomacia Cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá, destaca que “el deporte y la cultura son partes propias del ser humano y requieren del contacto físico”.
En medio de este distanciamiento social -relata Márquez-, el deporte sigue representado un valor positivo de la sociedad, pues en él se conjugan los valores éticos y morales que deben regir la vida de todo ser humano.
En ese sentido, la futura era pos-COVID-19 le cobrará una elevada factura en lo económico, deportivo y de planificación al ciclo olímpico venidero. Periodo de cuatro años consecutivos que transcurren entre olimpiada y olimpiada, donde los doscientos cinco comités olímpicos nacionales y miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) participan en importantes eventos y competencias clasificatorias, según la posición geográfica.
LA LEY DEL MÁS FUERTE
Dentro de este contexto, esta importante fase será severamente trastocada, algo no visto desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y cuyas consecuencias se extenderán en el espacio y tiempo, llenando de incertidumbre a los atletas, entrenadores y países sedes, con fuertes pérdidas para las grandes cadenas de televisión, que adquieren las transmisiones por millonarios contratos, y caos para el público en general por los atiborrados calendarios de competencias y donde, lastimosamente, los eventos deportivos con sólidas fuentes financieras y mediáticas son lo que podrán sortear la tormenta. En resumen, sobrevivirán los más fuertes.
En tanto, los torneos que no tengan estos soportes corren el riesgo de ser cancelados o perecerán, con efectos negativos para el desarrollo integral de sus propias disciplinas en las diversas regiones del mundo. Estos tendrían que asumir los costos de complejos protocolos sanitarios (de no hallarse una vacuna), obtener recursos y captar patrocinadores para su celebración. Trayendo, a la postre, que muchos países desistan de organizar o albergar algún campeonato debido a los ingentes recursos económicos que se requieren para su realización.
Esta crisis sin paragón, que solo puede encontrar precedente en la Gran Depresión de 1929, marca un desafortunado hito en la historia de la humanidad.
Profundizando en el Ciclo Olímpico de las Américas, donde se contemplan los Juegos Centroamericanos (1973), Juegos Bolivarianos (1938), Juegos Centroamericanos y del Caribe (1926), Juegos Sudamericanos (1978) y Juegos Panamericanos (1951). Además de los mundiales de cada deporte, Qatar 2022, Grand Prix y torneos clasificatorios. Esto supondrá un desafío colosal después que la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó recientemente que la región es el epicentro de la pandemia. Esto sumado a las bajas previsiones económicas anunciadas por el Banco Mundial, que prevé una contracción del 7,2% del Producto Interno Bruto (PIB) para América Latina y el Caribe en 2020, las cuales son mucho peores que las de la crisis financiera global del 2009.
En ese sentido, los estrictos protocolos de salud y medidas sanitarias para mitigar los contagios y mantener las cifras epidemiológicas controladas para que no colapsen los centros hospitalarios supondrán otra valla de obstáculo en la pista para que los fanáticos y turistas se disuadan de realizar viajes a países y ciudades donde se tiene programado algún partido, torneo, velada boxística o convención.
CONTRA LA PARED
Cabe destacar que el COI y el Comité Organizador de los Juegos de Tokio están conscientes de que si el brote de COVID-19 continúa el próximo año, la cita multideportiva más importante de la era moderna sería cancelada.
El doctor Yoshitake Yokokura, de la Asociación Médica de Japón, ha indicado lo siguiente: “Si no se desarrolla una vacuna efectiva contra el COVID-19, será extremadamente difícil celebrar la próxima justa”.
Agrega que no puede emitir una opinión al respecto porque necesita conocer la situación global en las fechas previas a las competencias olímpicas, ya que, aunque Japón pueda haber controlado la expansión del nuevo COVID-19, habría que tener en cuenta la situación en otros países.
Para Japón, estos juegos suponen una inversión cercana a los 12 mil millones de dólares, el estadio principal tiene un costo de 1,400 millones de dólares y los derechos televisivos, que la NBC aceptó pagar, cuestan cerca de 7,700 millonesde dólares hasta la edición del 2032.
Sin embargo, la recalendarización supondrá un costo adicional, que tendrá que salir de las arcas de la ciudad sede, lo cual ha generado descontento y rechazo en la población por la celebración de la justa deportiva y por el temor de que los asistentes a la XXXII edición de los Juegos Olímpicos puedan ser potenciales focos de contagio y así, provocar rebrotes, algo que supone otro revés a superar en la dilatada carrera de cara a la justa multideportiva más importante del mundo.
Unos 11 mil atletas deberán decir presente, entre unos 9 y 10 mil periodistas acreditados y cerca de 90 millones de turistas de todas partes del mundo se esperaban en la nación del Sol Naciente (cálculos previos al estallido de la pandemia). La última vez que Tokio fue sede de los Juegos Olímpicos fue en 1964.
JUEGOS CARGADOS DE DIFICULTADES
Es importante destacar que otras cinco veces los JJ. OO. fueron alterados por situaciones externas, tres veces cancelados y en dos ocasiones se cambió la sede, pero nunca la fecha como hasta ahora.
Según la página web del COI, la tercera edición de 1904 estaba programada para Chicago. Sin embargo, el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, cambió la sede a San Luis, donde ya estaba organizada otra exposición.
Desafortunadamente, los Juegos de San Luis repitieron todos los errores de 1900. Las diversas competiciones se extendieron durante cuatro meses y medio y se perdieron en el caos de una Feria Mundial que celebraba la compra del territorio de Luisiana a Francia.
Tras este cambio inesperado de planes, la siguiente edición tampoco salió según lo esperado. En aquella ocasión, para los Juegos de 1908, la erupción del monte Vesubio alteró los planes del Comité Olímpico. Roma era la ciudad escogida para la celebración de los cuartos Juegos de la era moderna. Fueron reasignados a Londres, el Gobierno italiano tuvo que maximizar sus esfuerzos para reconstruir la ciudad de Nápoles, arrasada por el desastre natural, y no pudo asumir el peso logístico de las Olimpiadas. A pesar de la poca antelación, los Juegos fueron excepcionalmente bien organizados. Por primera vez se preparó un estadio especialmente para los Juegos, y los eventos de natación no tuvieron lugar en aguas abiertas.
Los Juegos Olímpicos de 1916 estaban programados para celebrarse en Berlín, pero se cancelaron debido a la Primera Guerra Mundial. Los Juegos de 1920 se otorgaron a Amberes, para honrar el sufrimiento que se había infligido al pueblo belga durante la guerra.
El destino no ayudó a Tokio en 1940, cuando debía albergar los primeros Juegos de su historia. En aquella ocasión, la Segunda Guerra de escala mundial obligó a la cancelación de la cita. Los japoneses entraron en el conflicto en diciembre de 1941, cuando atacaron la base estadounidense de Pearl Harbor.
El COI trasladó el evento a Helsinki, pero la invasión de la URSS del país escandinavo certificó la suspensión. La Segunda Guerra Mundial también obligó a cancelar los Juegos de 1944, que debían celebrarse en Londres. Tras la finalización de la guerra, los Juegos han tenido que solventar graves crisis, como los atentados en Múnich 1972 y Atlanta 1996, y los boicots en la Guerra Fría, Moscú en 1980 y Los Ángeles en 1984.
A pesar de todas estas vicisitudes, al final de las noches más oscuras de nuestra historia siempre existirá un amanecer donde la mítica flama olímpica continuará iluminando el camino a la humanidad.
Por: ROGER R. GONZÁLEZ M.Tercer Secretario de Carrera Diplomática y Consular.
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